Ella preguntó entre lágrimas
¿Adónde iremos?
En Caritas nos conocen demasiado,
robar naranjas dejó de ser el sueño
adolescente,
y tirar currículos es tirar por
tirar
el sudor prometido.
La gente de mi edad odia dar besos
al estar cansada de ellas mismas,
y la guerra de clases se convirtió
en el eslogan de un banco
como quien paga con tarjetas negras
la ciénaga de tu confianza.
La madre maltratada, el hijo
exiliado,
palomas negras, domingos que ya ni
vale maldecir a Cristo.
¿Dónde iremos?
El futuro es hipotecado,
somos caballos que en sus lomos
llevan el lujo de otros
y seguir a rastras no es vivir
porque vuela la dignidad
como flor de algodón
de cada sonrisa muerta.
Ella preguntó:
¿Adónde iremos?
y las lágrimas suyas, volvían a mí,
este sistema es un niño que todo
promete,
pero nace muerto,
y el amor no puede sujetarse
con tantas soledades humilladas.
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