jueves, 17 de julio de 2014
Colmillos en almíbar
No supimos querernos,
porque el amor quizá no sea el paraíso prometido,
solo tal vez una sombra de luz en el párpado dormido
(desnudo melocotón inalcanzable)...
No supimos querernos,
¡qué se le va a hacer!
Será que la vida es el pasatiempo aburrido de Dios,
será que cuando los colchones resbalan,
la valentia nos ama desde el silencio (por no molestar)
....
y lo que deseamos es que sus colmillos devoren nuestro corazón;
hasta las vísceras
domingo, 6 de julio de 2014
Si Dios existiese
Sin duda que para mí,
Dios
tiene tu rostro.
Tus ojos
que, como luciérnagas,
dan luz
al insomnio cerrado de la ciudad,
de esos
edificios presos por los deseos
que besan
la almohada
mientras
se va muriendo
en las
acequias letales del sueño.
Tu boca,
cuerda del náufrago;
¿Hasta
cuándo contará nubes
mientras arda el sol?
Tu sexo
es un cordón umbilical de néctar salado,
tú que
para Dios supones una diminuta alma
arrastrada
en su piel por bártulos y recuerdos;
Tú,
tú eres
mi Diosa.
Mujer
valiente
cansada
de no saber cuál es su sitio
y las
lágrimas tuyas son alambres oxidados;
lázaros
de los jirones de la lluvia.
Tú,
palabra
con la que renace la dignidad del poeta,
Bella,
aunque dejes de ser bella,
ojeras de
Cenicienta cual vergel
de la
puesta de sol en las manos del ciego.
Si Dios
existiese,
te daría
alas,
barnizaría
como carpintero del delirio
tu
naricilla de fresa juguetona,
esa que
se asoma al dolor
como
quien curiosea en una batalla
con
vencedor ya proclamado.
Miel
ácida, tu saliva.
Tú,
mi Diosa,
no sé si nos espera la eternidad,
pero
cuántos siglos te he esperado,
labios de
acordeón y estacas como dientes,
(abrazo
roto)
claridad
y sombra de este corazón
que
dibuja con carbón;
tu
nombre.
Para por
fin saber cuál es el significado de estar vivo.
martes, 1 de julio de 2014
Flores y ausencias
Infestada esta Italia de la bruma de no saber
si el amor fue ella o quien me persigue.
Vigilando la ciudad y las mareas
cada día sin luz
naufrago en cerveza mi nuevo intento
de ser feliz.
Cuando el sexo en ayunas desbaratan sábanas amarillas,
esas que hablan de todo el pasado por delante
y el destino olvidado entre los labios revela que solo soy soledad
llena de mujeres que insinúan, ilusas, poder destapar mi corazón grapado de llanto.
Madreselva herida,
paseo por Florencia el tallido abrazo
que no supe dar.
Recuerdo en la ausencia de mi mismo
que tal vez sea que en mi propia tristeza me ahogo de tanta
tanta
profundidad.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)