A la pequeña árabe que con su blog denunciaba los abusos y los extremistas la querían matar, a Malala.
Malala.
Se
me desgrana tu cara con tres disparos…
revienta
un coche a la entrada de una escuela,
y
a una mujer le hierve ácido en las pupilas.
Pequeña
Malala,
gritas
el derecho de ser,
ante
un cielo rojo color sangre
donde
las balas son medias lunas
escarcha
vigilante de la alegría.
Pequeña
Malala,
tu
cuerpo, a quemarropa
arde
en la humillación
de
que te encadenes a soñar ser libre,
y
rescatada por la virgen del Corán,
los
malvados enjuagan en barreños negros
violaciones
reclutas de princesas árabes.
Pequeña
Malala,
ideaste
una mujer con luz,
y
luchaste escribiendo en tu blog
la
denuncia más necesitada;
de
hálito para poder bailar descalza
mientras,
exiliada,
tus
alas rotas siguen volando
para
aquellos que creemos en la libertad,
en
ti
mi
pequeña Malala.
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