lunes, 21 de octubre de 2013

Depresión




Mi destino es llorar;

vagar por este barrio circularmente,
…de puro desconsuelo,
porque no acepto la muerte de la vida,
para, sin perdonar la traición,
ir diciendo adiós
tras el inmenso peso de mi pañuelo
que es hoja al viento
con tu nombre escrito.

En esta estación del ánimo
que se llama depresión,
convivo con los fantasmas
dentro de un constante aullido,
ese que sin querer te llama,
pues mi destino es
ser suplica en oídos ausentes,
e intentar no abrir puertas acechantes
de un alma que tiene miedo 
a entrar irreversiblemente
en la boca del dragón. 

Sentir corazones que no fueron míos 
y hoy ríen, 
ver mi vergüenza en el espejo,
y dar vueltas por calles pobladas 
como podredumbre
y pasto de la mentira y el maltrato,
tal vez, quizá, lo mejor sea 
ser algoritmo del tiempo de una ilusión. 

pobres ellas que no quisieron,
pobre yo que no me lo creí, 
pobre dios que no lo llega a entender.


jueves, 10 de octubre de 2013

Malala


A la pequeña árabe que con su blog denunciaba los abusos y los extremistas la querían matar, a Malala.



Malala.

Se me desgrana tu cara con tres disparos…
revienta un coche a la entrada de una escuela,
y a una mujer le hierve ácido en las pupilas.

Pequeña Malala,
gritas el derecho de ser,
ante un cielo rojo color sangre
donde las balas son medias lunas
escarcha vigilante de la alegría.

Pequeña Malala,
tu cuerpo, a quemarropa
arde en la humillación
de que te encadenes a soñar ser libre,
y rescatada por la virgen del Corán,
los malvados enjuagan en barreños negros
violaciones
                   reclutas de princesas árabes.

Pequeña Malala,
ideaste una mujer con luz,
y luchaste escribiendo en tu blog
la denuncia más necesitada;
de hálito para poder bailar descalza
mientras, exiliada,
tus alas rotas siguen volando
para aquellos que creemos en la libertad,
en ti
mi pequeña Malala. 


miércoles, 9 de octubre de 2013

Tu silencio


La indiferencia tiene su silencio asignado
lleno de tumultos y gemidos palpitantes,
evoca aquella mañana adolescente donde frenesí del ser
era mi mano que rebosaba en tu blusa.

Sobre tu cuerpo cuántas horas cayeron como rayos,
estalactitas de leche y esencia,
tras  haber abierto la luz de los ojos cenicientos,
entre ánimas  minerales.

Mi deseo encaró a la muerte del segundo que transcurría
para ser parte eterna de tu tiempo
en el volcánico auge de fértil entraña
de pena como losa,
de hambruna cual destello de sal,
de noche liberada por mis muñecas esposadas y cautivas.

Y veremos el fin
qué es la muerte de este sumergido sueño
pero no tendremos antes del espejismo;
eco si es a tu lado.

Y barrunto si no hay más que osamenta de dientes y cabellos
de saliva y semen desbordado,
este palpar en el aire,
de crisantemo viajando cuales  mensajeras mariposas,
traslúcidas en la desnudez
entreabierta y mordaz.

Sobre tu cuerpo el ejercicio es una hoguera
y me dijeron que el barro se difumina con el fuego…
pero tú eres metal, lunar de entelequia.

Tu beso me ha abandonado en esta delación.

Los pobladores del mundo no entienden de hermandad
si tú, esposa, no cortas con tus brazos mi cintura
para que así, 
pueda respirar alzándome en la estela que arriba
eclipsó el instante
tan nocturno, tan avaro,
que los hombres no son más que luminarias
en incendiadas colinas.

Sobre mi hoguera el ejercicio no es más que tu cuerpo,
Junto al mío.