lunes, 27 de enero de 2020
Horizonte
El horizonte
abre sus entrañas poco a poco,
como la verdad cuando arroja mentiras
la boca de un loco.
Hace tiempo que te quise escribir
una carta,
por si las dudas,
que pueda apagar la lumbre de este fuego,
pero solo hemos quedado
en decir lo inefable
tras la sombra de un eterno sacrilegio.
Ya nadie extraña al amante,
porque nadie es más que todos,
ya solamente recoje flores
y come fresas silvestres
quien se manchó las manos
de otro.
Y a posteriori,
ni tan enfermo fui,
ni tan maniatado estuve,
ni tan a la vela de dios me acogí,
ni seré yo quien más sufre,
cuando tras los relámpagos
de lirios y vanaglorias,
la muerte de nombrarla no se gasta
el consuelo que les queda
por siempre a los vencidos,
es no tener más que un corazón compungido
como patria.
(Leerlo escuchando Media Verónica de Calamaro)
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