domingo, 4 de agosto de 2019
Presente
Como arrojar pan a las palomas,
mirar impasible el paso del tiempo,
como beber de la fuente que emana
de tus mazmorras,
ser y no ser, en un abrir y cerrar
de la luz del cielo.
Duele el vientre de la luna
que nunca dormirá en nosotros,
desnuda y cansada
la figura de una mujer se pregunta
dónde están los restos del naufragio
que cargamos en nuestros hombros.
Como la Gran Vía sin gente,
se pierde mi vista en tu voz,
es tarde para el presente
y falta mucho para el futuro
que la vida nos deparó (...)
Café Prosecco
Un café vienés,
un baile con el frío
de los 35 grados
de esta tarde de julio,
déjame parar el tiempo,
que muero porque no muero,
que desfallezco de amor
por tanto amar,
y sigo el maullido de un gato,
la flor cerrada que lloró rocío,
tus ojos como
-alguien dice "danke"-
resortes de granos de café
entre nubes de espuma
que encarnan tu cuerpo.
Café Prosecco. Viena
Te escribo
A ti te escribo,
en lugares donde el mar
arrasó la playa,
en catedrales infestadas de lunas,
te escribo,
tú que exististe,
y te cambié por el viaje
de mí mismo hacia ti (en algún tiempo);
te sigo buscando.
A ti te escribo
¿Cuánto aun queda por caminar
para que la forma de sentir del loco
guarde toda razón?
Desiertos y mares color tu piel
fueron el reverso de mis líneas.
Te escribo en mujeres,
en el Norte,
y en el aeropuerto de mis decepciones,
juventud decadente en las huellas
de mil siglos,
te cuento que eres un atardecer helado,
el calor de este café vienés.
Te escribo como quien quiere y no sabe,
como quien escapa,
como quien quiere
saber la huida,
te escribo y me pierdo
de volver del salvaje domesticado,
en las calles que renacen en ti.
Aunque ya no existas,
aunque yéndome yo, te fuiste,
te sigo buscando.
Viajero
Viajero que deambulas
en la páginas de una libreta,
cuéntale que la extraño,
que sin conocerla,
en cada puerto
la brisa besa su nombre,
cuando ella,
aquella de un rincón del tiempo,
cubría su remanso de paz
con el desdén del desierto.
Viajero que tropiezas
y te levantas,
eterno cual luz de faro
en la cima de la desilusión,
cuéntale que amo la desesperanza
como quien abraza al sol,
que soy cicatriz
y ella el pecho,
que soy acordeón en vilo
que todo me habla de lo perdido,
(podría vivir sin ella, pero...)
dame viajero la lección de la tierra
y que no haya
distancia que no recorra.
Amanece
Atardece o anochece?...
Fuiste la belleza que no se podía consumar,
la delicadeza
del tiempo,
las horas ciegas del destino,
piel de tierra, ojos de sol,
cuando anocheció en las ruinas
junto al relámpago
de nuestra sombra.
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