(En un sueño)
Aunque sé que nunca volverás,
me suicido sin balas,
tú ya me entiendes,
y se vuela por tu bruma
un aire gélido
que es mi aliento,
aunque sé que nunca volverás,
tú tienes el poder,
yo la noche sin estrellas tengo.
Aunque sé que nunca volverás,
he convivido con el metal de una escalera,
que baja lo que tiene que llegar
a tropezar con el secreto de tu alcoba,
el amor no vale tanto la pena,
y yo he sido una oración maldita,
como la luz de la noche,
en la canción triste de tu ropa interior,
de tu ira.
Aunque sé que nunca volverás.
lunes, 20 de mayo de 2019
jueves, 16 de mayo de 2019
Gatos negros
La noche se confunde
con gatos negros.
En los dormitorios,
las parejas nunca se dirán a la cara
aquello que se susurraron
tras la voz encendida.
Por callejuelas de cerveza,
los borrachos sostienen la antorcha de las horas.
Noche de deseos por cumplir
frente el muro de las lamentaciones,
rezo de los imposibles
que esconden la vecindad de la aurora.
El fulgor del alumbrado baña de oro
el runrún de las almas solitarias,
que bebieron la vida a ocultos sueños
y solo pueden ser observadores
del tiempo
en el maullido de noche y de la luz de
gatos negros.
Héroes
Si quieres ver amor por la vida,
mira a la gente que aprendió a olvidar
lo inolvidable de un recuerdo.
Ellos dirán;
"no cabe otra que seguir adelante,
la vida nos enseña a palos..."
Pero para mí son héroes anónimos
que desafiaron un día a la locura y salieron victoriosos.
Aunque a veces tentados, no cojan el teléfono
si es ella o él quien también grita a la bruma del otro lado,
hecho de juntar el cielo con la inmensidad
cuando todo fue primera vez
y el abismo a crecer abría redes de no saber permanecer erguidos.
Vencieron a sí mismos,
por ellos hoy brindo,
por el tensón y por el desprecio
de haber visto la vida real en el cuerpo
de otra vida que les bullía en oro, sangre y sombra.
Gente que supo olvidar lo inolvidable
de un recuerdo,
su acento, sus ojos.
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