domingo, 8 de noviembre de 2015
Las ciudades perdidas
No hago más que pensar en las ciudades perdidas
de tu cuerpo,
en los laberintos que la ausencia bautizó
tras la calma de tantos siglos,
no hago más que pensar en ti.
Pensar en los jardines de tu Delta,
en cada fuente seca de la luna,
allí donde las murallas no ven más allá
y nos advierten que Adán
tuvo una muerte más dulce.
No hago más que pensar en ti,
rascacielos en tus uñas,
mares como cabellos efímeros,
vientre de lava
donde se ahoga el mar.
Y no sé por qué dependo
de un olvido o un te quiero,
te pienso allende horizontes no pisados
para otear con ojos de vidrio
el terremoto que bajo tus senos
él
siembra
cada anochecer.
Pienso en un destello de silencio,
y zas, ya eres mía,
vestida de la otra, de la que soñé como tú;
un trasiego de neones a lo lejos palpitan
y ni Atacama ni el Sahara
te vestirán de añil.
Y sabes...
no hago más que pensar,
no hago más que pensar
en ti.
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