martes, 21 de octubre de 2025

Busco escapar


Busco escapar
para encontrarte tan cerca
como el infinito del Universo
al reverso de este verso,
 
y mientras huyo, te busco
en las esquinas dobladas
de esta ciudad perdida;
cual servilleta 
donde apunté tu número.

Busco escapar, 
y en la búsqueda, 
busco sin buscar, 
viaje eterno de unas semanas
donde me perdiste 
para volverte a hallar,

tal vez con otro rostro o cuerpo, 
pero las almas presienten
el miedo y la valentía 
que supone esta libertad
de estar vivos... 
de arriesgar.

Busco escapar
para sentirme único y multitud 
que se confunde
entre lenguas extrañas 
y calles sin nombre,

para así saber que vivir
es aprender a perder lo vivido,
revolviéndome como olas, 
desguazadas y rearmadas
en las remotas playas de mil caminos.

Escapo convencido 
que te voy a encontrar
en este viaje que empieza
donde acaba el destino

-y tu manera de mirar-.







Las sendas de la libertad

 
Un nuevo viaje,
y correr es otra forma de vida.

Entender que todos transitamos
en laberintos sin solución,
pero algunos
miran el cielo
antes que al cieno
de los ríos del desamor.

Un nuevo viaje donde no estaremos
ni tú ni yo;

tú, 
porque te perdiste en el tiempo, 

yo,
porque durante el camino
cambiaré de vestido
al que arropar mi alma.

Un nuevo camino, 
un nuevo punto de partida
en un ajedrez infinito,
en un viaje que dura la vida.

Llegar al destino es volver a empezar
siempre con tu recuerdo
siempre con estas ganas de amarte
aunque no estés

recorriendo conmigo
las sendas de la libertad.




Este

 

Como este cisne herido que no sabe cantar
busco la luz de un reflejo
que vibre con tu rostro en la ventanilla del tren,
para ver 
que somos sólo soledad,
 
-este deseo que no se cuenta-

estos cuentos que narran el final
cuando los amantes luchan sin tregua
por una razón que poco a poco
se apaga (...)

Esta libertad que no lo es 
sin sus cadenas, 
este tiempo que lo es 
porque todo cambia,
y todo permanece ebrios
de luces que destellan y ciegan. 

Este viajero que no sabe a dónde se dirigen
sus pasos 
pero sí el alma,
 
este elixir de verdades cansadas
que están edificadas
en mil mentiras, 
y cada mentira es un miedo 
reprimido 
que quiso gritar, 

esta mujer que amo y no, 
esta mujer que no me ama y a veces desea
sólo huir del pasado 

Este Este sin Oeste, este Norte con tu Sur, 
este lobo sediento
que con destino errante
tiene las patas rotas 
con las que quiso
escapar.

Esta máquina de escribir que rompe las olas
de un vaivén, que se rearma y vuelve
como la vida,
al refulgir ideas escondidas
en lo profundo del corazón, 

este dejar de creer en la gente
hasta que protestan los sentimientos

y vuelvo a darte lo que no tengo
y vuelvo contigo a ser más yo.


Otoño

 
El otoño llega con el cansancio
de los sueños que nunca diremos,
con los amantes que no besaremos
pero vivirán en nuestros corazones, 
este otoño es un trébol seco que se precipita
desde el árbol de la vida, 
y todas las huidas
aún, 
me remiten a ti.

Otoño, cartas de desamor
que buscan respuesta, 
siembra de alquitrán en flor, 
cielo cerrado en las horas de faroles rotos
que iluminan una vereda
allá donde encaminado va 
el peregrino sin más nombre
que buscarte, 
a ti.

Bella de belleza que duele
porque la vida nos mata a todos
y esconde el puñal, 
pero a pesar de ello, sonríes
bebes de ese té amargo en el mismo bar, 
cuando el otoño
relampaguea frío y tormenta
durante una mañana que nunca llega
y yo mientras, sueño bajo tus sabanas
el despertar.

Otoño, heredero de un verano que nos mató, 
hijo de un invierno que se suicida, 
y nosotros congelando la mirada
en los ojos que, ambos, 
buscan una respuesta, y ninguno de los dos
se atreve, y seguimos mirándonos
como adolescentes que al abismo
se precipitan.

Otro otoño pasará, más viejos 
y más tristes
de camino a casa, 
regresarán nuestros cuerpos
de almas que vuelan hacia callejones
de bancos cubiertos de escarcha
en los parques
y estanques sin patos, ni amantes, 
ni caricias.