El rayo de tu risa apagada,
hace que valga la pena creer en el amor,
pero estoy cansado,
-tan cansado-
que se cae la magia
por entre los abismos
de este planeta sin corazón.
Creo, porque lo he vivido,
que existen paraísos al cruzar la peligrosa
esquina del barrio,
que vale la pena vivir con todas las fuerzas,
pero se descolgó una estrella
y el cielo huérfano,
ya no cree en el amor de los poetas.
Tus manos tienen miedo,
mi voz grita en medio de las sombras,
escribir es la terapia del ciego
que sin saber lo que dice,
en todo se remite a ti,
porque eres el verbo que nombra.
Creo, porque lo he imaginado,
que la locura es una enfermedad
de la que se puede hacer un modo de vida,
que hay una sensibilidad alertando tanto odio
y tanta mentira,
ese vaticinar la luz,
intuición al volver a leer mi poesía.