lunes, 23 de septiembre de 2024

Grito eterno


Ya no recuerdo de donde vengo, 
tal vez de un pueblo maldito, 
de un barrio en los subsuelos del olvido, 
vengo de las sombras de voces milenarias
atravesando mis pupilas de lince, 
ya no recuerdo cual ha sido mi estirpe 
tan alejado de todos
pero con la esencia de aquellos
que sueñan la pesadilla de estar vivos.

Puede que esto haya sido un espejismo, 
tal vez,
y el arte sea la escusa para no volver a caer
en las fauces de un destino que va desmembrando
mi halo de luz entre las garras de dioses hambrientos, 
y puede, tal vez, que me haya chivado la lección, 
escapando de los mandatos de esta sociedad sin corazón
la ayuda de Prometeo.


Sólo sé que el futuro es una construcción
que edifica el sueño que hoy atesoramos, 
que somos carne en la piel del alma 
de humano que se quemaron con la lumbre de tanta claridad
en el juego de lo divino, 
perdimos el rumbo de vuelta al hogar, 
y ahora ya es tarde, 
se hizo tarde, 
cuando la muerte llegue, 
págale una ronda, 
y del vino o la cicuta
descubrirás de donde vengo, 

porque ha sido una revelación
todo lo que callo en mi grito eterno.




Luz de las grietas

 
Una rosa muerta, 
una copa de brandy 
y un libro deshojado de Joan Margarit, 

lunes asesino, 

desnudez en la tarde que va decayendo, 
y ruido mojado en los vasos rotos 
de la cena de ayer.

El calendario habla de la muerte
más que de los sueños incumplidos, 
y todo se vuelve negro, 
y todo es un destino sucio
en las horas del adiós.

Pero siempre hay una grieta escondida en la luz 
en una madrugada como ésta
que se deja vislumbrar, 

esa luz es por la que recito de memoria
los versos prohibidos
y la desnudez de las almas empieza a darse forma, 
de una maldita vez,

siempre hay un motivo que hace milagroso
lo que parece una tortura del día a día, 
ese paraje en el que la cotidianidad
hace reír al loco
y abraza con frenesí 
al más arrojado de los suicidas.
(...)
Por eso escribo, porque creo
en las grietas del cielo, del asfalto, del espejo, 
por donde las almas se cuelan 
y los mensajes invisibles son mandamientos
en la dura estaca que a pesar de todo
llevamos a cuestas 
entre chispazos de creación errante

y divina.



El mañana

 
No eres más que el sueño y la duermevela, 
la margarita deshojada, 

el infierno domado con sutileza, 
no eres más que alegría muda, 

si es que hacer de una sombra, destello, 
es encomendarse a la luz 
en la hoguera de un bosque frondoso
en medio de la madrugada.

Cuando tengas la edad en la que todos 
pasaron de largo
por sus convicciones y anhelos
y la belleza solo sea un recuerdo, 
recuerda, 

siempre tendrá presente el que escribe
-el que desliza una pluma en el pergamino
tachado del destino-, 
los sobresaltos y zancadillas de un dios 
con una venda en los ojos, 
y no eres más que todo y nada, 
que la poesía cuando menos te lo esperas, mata,

y nuestro tiempo ha pasado, 
como las nubes pasan tras un día lluvioso, 
y en los semáforos aguardan con gabardina y diario, 
nuestro asesino, llamado; 

el mañana.







Que no volverán

 

La guerra en el alfiler de la mente
vaticina el caos en esta habitación desnuda, 
es tanto el dolor y tanta la luz de los astros
que deambulan 
entre las sombras que hoy vienen a visitarnos.

Llueve en el tiempo remoto de lo que vendrá, 
como descifrar el encriptado verso;
la lumbre de lo incierto
en lo que dura el arte de no ser.

Muerte o vida! En tanta muerte tras la vida!

no somos más que rotos puzles en el algoritmo 
de no sabernos libres nunca, 
y ansiar el devenir de las horas
que no volverán.

Que no volverán.






Voz helada

 
La inmensa rebeldía 
de soñar con tu voz helada, 
crea un temblor en la mirada
del fuego mojado por el sol.

El día que nunca llegará
ata grilletes a mis alas, 
volar y viajar tienden redes                 a la mar, 
entre tanta gente de tránsito.

Cuídate de quien  te ama, 
no hay luz en el eclipse incierto, 
siempre bailando con la palabra
ciega y nunca dicha.

Y en resumen, escribo
apelando al olvido y su dios, 
mi vida pasa en frente mía, 
y sigo creyendo que nunca viví.




El arte del mar


Cuando los mares
nos junten,
cuando podamos ver 
más allá de los continentes,
cuando esta dulzura 
que se refleja en mi sonrisa
sea espejo de tu cara de niña,
de tus ojos libres, de tu acento,
bella coincidencia
de habernos encontrado 
hace años, y en el futuro,
los dos.

Cuando el arte renazca
en este mundo perdido 
y la imaginación resucite 
el vacío 
entre tanta realidad,
emprenderemos el viaje prometido
que entre tú y yo
algún día haremos, 

y el sueño se pueda volver 
a tocar.


El cielo y la mar

 
Entre un torbellino de silencio
mi vida avanza pasos atrás, 
sin encontrar lo que he buscado
tanto tiempo, 
la luz de la noche
me enseñó a caminar.

Y es que mi helado corazón
no entiende de leyes ni mandamientos, 
sé que no hay patrón para la poesía, 
ni en esta vida
guiones que desenmascaren la realidad, 
el amor es un ciempiés arrastrado
en el tiempo
de las vías ciegas
con dirección a no se sabe 
dónde irán.

En unas horas me iré a un viaje sin destino, 
pongamos que soy peregrino
y mis pies la patria
donde hecha raíces
el cielo 
y la mar.