Te conocí viendo pasar trenes
que nunca regresaban
tú esperabas algún sueño en la estación,
parecías cansada.
Te conocí llena de luz de luna en eclipse,
tu sonrisa triste
quería llorar,
te di mi hombro y mis palabras,
y juntos fuimos más fuertes
en un mundo lleno de egoísmo.
Te conocí escribiendo
en un piso frío del Cabañal,
no teníamos más que dos maletas
y mil esperanzas,
cuando la mía fue y es cuidarte como nadie
te supo amar.
Te conocí deshojando margaritas heladas,
de una tarde de diciembre,
y hoy en Formentera te cojo de la mano,
para llegar a ser este verano
inseparables almas
que vagan libres pero unidas
en el universo.
Te conocí.