Hay
algo cansado en la soñadora mirada
de
los mundos imposibles,
algo
así como labios rotos tras la frontera
o
el rezo en la mesa del pobre;
hay
algo que no se entiende al llegar el desamor, ni el fin, ni la
muerte,
o
la temida espera
(tic,
tac, tic, tac)
en
la que a pesar de todo o tal vez por ello,
solo
una palabra y la luz que origina puede reconfortarnos con el mundo.
Y
hay algo de lejanía en tus pasos
por
la calle de bares y mundos imposibles.
Cuando,
vencido, el poeta moja las magdalenas en gintonic,
cuando,
el
mundo insistió en que yo era una caricatura de mí mismo
y
me lo creí,
cuando
ninguna mujer puede valer lo que vale el sentimiento,
entonces
te digo, y no miento,
el
horizonte es el paraíso de las manos que luchan.
Y
es que Latinoamérica me duele,
como
la voz herida que tiñe de ira Burdeos;
Hay
algo de siniestro en el despiste de aquellos enamorados
que
se olvidaron de olvidarse.
Pienso
que soy una sombra del siglo de las luces,
las
mil oportunidades de haber sido grande,
contigo,
con aquella, con ninguna…
y
me perdí,
si
es que cuando en el alma no hay más que lluvia,
las
orillas del corazón nadie se atreve a pisarlas.
Hay
algo cansado en la sonrisa de un niño que se entristeció
de
haber bendecido un alma negra de gente
que
no ve más allá
que
la risa.
Cansancio
en la mirada de soñadores
de
mundos imposibles (recuerda)
belleza,
noche tras noche como la tuya
que
arrebata el eclipse de un rayo,
la
venganza del tiempo que nos prometió tanta tormenta.