domingo, 26 de julio de 2015

Calle de bares y mundos imposibles



Hay algo cansado en la soñadora mirada
de los mundos imposibles,
algo así como labios rotos tras la frontera
o el rezo en la mesa del pobre;
hay algo que no se entiende al llegar el desamor, ni el fin, ni la muerte,
o la temida espera
(tic, tac, tic, tac)
en la que a pesar de todo o tal vez por ello,
solo una palabra y la luz que origina puede reconfortarnos con el mundo.

Y hay algo de lejanía en tus pasos
por la calle de bares y mundos imposibles.

Cuando, vencido, el poeta moja las magdalenas en gintonic,
cuando,
el mundo insistió en que yo era una caricatura de mí mismo
y me lo creí,
cuando ninguna  mujer puede valer lo que vale el sentimiento,
entonces te digo, y no miento,
el horizonte es el paraíso de las manos que luchan.

Y es que Latinoamérica me duele,
como la voz herida que tiñe de ira Burdeos;

Hay algo de siniestro en el despiste de aquellos enamorados
                                                                                                   que se olvidaron de olvidarse.

Pienso que soy una sombra del siglo de las luces,
las mil oportunidades de haber sido grande,
contigo, con aquella, con ninguna…
y me perdí,
si es que cuando en el alma no hay más que lluvia,
las orillas del corazón nadie se atreve a pisarlas.

Hay algo cansado en la sonrisa de un niño que se entristeció
de haber bendecido un alma negra de gente
que no ve más allá
que la risa.
Cansancio en la mirada de soñadores 
de mundos imposibles (recuerda)
belleza, noche tras noche como la tuya
que arrebata el eclipse de un rayo,
la venganza del tiempo que nos prometió tanta tormenta.



sábado, 4 de julio de 2015

Princesa Guaraní


En la lejanía
aun puedo oler
la flor más bella
que al cortarla se moría.

Mujer que grita
en medio del silencio
y se rebela
con su belleza,
al huracán fiero
de donde nace la raíz.

Princesa vagabunda,
rota...
y mil veces recompuesta,
ojos de la luz mestiza
de latinoamérica,
pupilas que intentan
no naufragar volando
en el perdido Universo
de las mirada sin cielo
donde habitar.

Te recuerdo, Guaraní,
porque los poetas no olvidan,
porque no eres una chica sin voz,
eres digna entre tanta ruina,
dulce como el beso
que nunca será
y fue para siempre.

Corren tiempo de lucha
en el drama de las aceras,
algunos éxitos y mil fracasos,
aunque para mí tú siempre serás
digna dama de pies descalzos
fe de un Dios guaraní;

La más bella flor
que al cortarla se moría.