Tan cobardes somos
(como el silencio este de tu oficina)
Detrás
queda nuestro tiempo leve…del cual alguien nos desahució.
Un
día te dieron a elegir entre un lado u otro de la rebeldía pero,
vaya, en el centro de mi pecho no
viste que guardo tu corazón.
Nuestra
vida la escriben los miedos de los otros,
sin
saber que tus pupilas son dos exiliadas de esta esclavitud permitida,
y
yo, solo puedo amarte como derramar por tu vientre
mil
maldiciones para que reverdezcan al alba cada una de tus mejillas.
Somos
cómplices del olvido, del genocidio de aquel que nunca
encontrará
la paz en tus pies muertos de ausencias,
somos
tránsfugas de las putas que se me enamoran y los imbéciles con Audi,
que
en la barra de cualquier bar te maquillarán de oro la nada.
Pero…
discúlpame señorita, nadie habló del
amor que regalo pero con hipoteca,
cuando
yo solo sé suspirar los bronquios helados de tu rapto,
para
que solo me aireé un guiño tuyo y encontrar cual rebelión,
la
guadaña en la selva que rescate a Tarzán.
Tan
cobarde fuimos que no queda más que sortilegio de lunares
y
mentiras necesarias (dicen) al tener
vigilada a la noche,
noche
de tus ojos como mapamundi de los mendigos, que si fuese yo,
los
harían dos rosas blancas como tú y el sueño, marchitadas y sucias por estos
tiempos que nos tocó vivir.