domingo, 18 de julio de 2010
Chirimiri
Llueve en senderos tristes,
piélagos de heridas que no verás,
el sur y el norte se confunden
en tus ojos de horizonte sin estrellas.
Veo tu mirada en el vacío de la tarde
y sentir tan profundamente
duele como el recién nacido al alba
tras cada verso,
pero aun te tengo presente en este viaje
como quien sueña con abrazar
mil y una madrugadas.
El sol de Cádiz entra torpe entre mis manos,
la ciudad en la marea de suicidas
y yo con la idea de matar la vida
antes de pedir una nueva oportunidad.
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