jueves, 27 de julio de 2017

Arenas movedizas


Violeta que crece en los raíles mojados;
eso es tu nombre.
Abandono
que convierto en ira,
ira
que convierto en Amor,
bicicletas huérfanas
que pasan la noche
en tu cuerpo desnudo
cada atardecer de borrachera.


Promesa subjetiva de dignidad,
huyendo o necesitando
esos focos que nos persiguen.
Interés, por amor,
halago a cambio de sentirse único,
comprar sentimiento con un billete de dos caras;
infinito del cuerpo que se emociona
ante el poema de mi sexo en tu boca,
sí!

somos demasiado parecidos al animal 
que heredó nuestros colmillos,
y la divinidad del alma
es la prueba moral en la que Peter Pan hace diana,
con miles de flechas debajo de la manzana
en su cabeza.
Batallones de dependencia en un relámpago
de gemidos,
droga del sacerdote que busca
la jodida manía por ser eternos en un cuerpo
de yeso.
Física cuántica perfecta
de nunca besarte y que seas mía a lo largo 

del ritual de la memoria,
y si lamo tu vagina,
voy tomando el primer avión allí donde
mi pasado, atormentado, divino, sacro,
(...)
llegue a hacer
 pie bailando ballet 
en arenas movedizas
para dar patadas a todos,
recibiendo el aplauso de nadie.


A los que me llaman loco,
se les olvida mirarse al espejo,
ver como sus miedos
les hacen pudrirse de envidia;
hay prisiones que cada uno se crea,
y yo no entraré.


Ya me manché lo suficiente.




lunes, 24 de julio de 2017

dos Caras


Quema la conciencia en un Alto Horno del Puerto de Sagunto,
en la aula 202 de la Facultad de Filología,

y ahora que me quieren vender por un plato de paella
los unos,

o por la promesa de amistad eterna 
que me esculpe al girarme cuando nos despedimos,
los otros;

direis que
"te lo tomas todo en serio",
"te crees perfecto y egoísta"
"vas de víctima"
pero no os comparo,
no me meto en cada vida por criticar,
sin entender la personalidad marcada por los destinos,
y valorar al corazón.

Id contando billetes
que las flores que nadie dejó en mi tumba a los 21
hieden a tanta humanidad muerta alrededor,

para que hierva
en óxido,

vuestro vacío por no haber apostado en la vida
como hay que apostar,
con mi temeraria valentía
de matar las sombras que vosotros admirais
o les lameis el culo sin que os quede saliva ya.

Y en el futuro, si agonizo
viviré en el desierto de la pena
o vuestra alerta del miedo.

Si triunfo reclamareis la ayuda prestada,
ante un equilibrista
de la violencia por no caer en tanto pique cruel,
compra-venta que viaja cruzando de la compasión a la envidia
en vuestras dos Caras,
de billete de 50 euros.

Fracasados.