sábado, 6 de febrero de 2016

Al acabar con el amor


Al acabar con el amor,
en el menor de los pesares,
te queda bailar a solas
tras las cortinas y desnuda
mientras haces círculos
con el humo de un cigarrillo
alrededor
del sexo de los ángeles.

Otra cerveza más,
y ceniza
donde el corazón tenía latido,
juego bastardo y sutil, la vida
que te quita lo ganado
cuando todo quedó al final
en ser usada como una droga más de él,

contigo porque me matas.


Al acabar con el amor,
aun queda una legión de hombres que te buscan
¿lo sabes?
pero la confusión crece
y el más mentiroso puede que diga la verdad,
filosofía huérfana de luna llena,
de loba herida,
que vomita diamantes con estiércol
en el beso asesino
de príncipes decapitados.

Otra cerveza más
y otra,
guardas un viejo libro de poemas
y yo sueño contigo
al copiar un verso,
no sabría decirte cuánto cuesta crear ilusión
de este castillo en pie y de nuevo derruido
que es la existencia,
pero créeme que pienso en ti
aunque eso suponga, también,
el ser víctima de las oscuras y negras sombras
de quien te amó antes.

Lo bello de una mujer
es lo que esconde,
ver los ojos que tiene en realidad...
cuando veo tus ojos,
rozar tu piel y lograr que la muerte
sea principio
y no el fin,
o mojarte recogiendo pétalos de sal
entre tus piernas,
eso sí, siempre antes con tu fracaso
que con la gloria.

Esta sí que es la última cerveza, dices,
(son las siete de la mañana y te debes levantar pronto)
¿dónde queda el robar dulces
como si fuera la primera vez?
¿dónde queda el esperar que florezcan los almendros?

Tal vez solo hayamos transitado
en un absurdo de personas que duelen
pero guardamos en el corazón todavía sus promesas,
como eco de adicciones
que se resume en
haber creído
luego
haber amado
luego
haber caído

y no morir.

                                   

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