jueves, 23 de octubre de 2014

Latinoamérica


Las mujeres tienen el tiempo del reloj,
pero los hombres toda la arena del desierto,
yo canto a Latinoamérica y canto al amor,
a las mareas de despedidas que me ahogan el aliento.

Orígenes de barcos sin rumbo persiguen
el vendaval de un otoño castigado
(nido de los corazones empapados por fiebre de ciudad),
si al soñarte bailando conmigo en un balcón,
decidí marcharme tras ser parte de un camino desandado,

y que me beses como tragaluz del fin del mundo
como quien tropieza piel con piel con la edad.

En las barras de los bares donde te he amado
más que desde las amarillas habitaciones del hotel,
guardo la flor de tu pelo y un billete de avión al cielo,
desde donde mis sienes laten por verte volver.

Y qué más da que seas otra, si tú misma
me persigues mientras busco,
“agárrate de mi mano que tengo miedo del futuro”
apuremos la noche contando veranos perdidos.

Las mujeres tienen en la mirada fija
el imposible amor que dudo pueda yo tener,
yo canto a Valencia y canto al dolor,

a Latinoamérica que me espera renacer.


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