martes, 30 de julio de 2013

En una mano mi cruz


En una mano mi cruz
en la otra el corazón,
hirviendo junto a mariposas
nuestro aliento quedó
en aparente poesía,
batalla,
cariño.

No pretendo ser nada más,
que el que grita
por temor de aquello de temer
a la única vida que guardamos,
en una mano polen de nube,
en la otra, la guadaña,
sangre,
floresta,
mi olvido.

Y volver a poner
el amor delante de todo,
sin que me ate
tu inseguridad,
ni me abrume mi miedo.
En una mano Dios,
en la otra la pistola del sicario,
tierna melodía,
cadáver,
te quiero.

En una mano el sol,
en la otra eclipses de lunas,
te siento porque te pierdo,
te pierdo aunque siento
dolor,
bosque,
dudas.


Besos varados


Cansado de ver la paz en otros cuerpos
con la pena de no ser amado,
de palpar el dolor egoísta,
en tiempos de esta España pobre,
en tiempo de besos varados.

Como quien nace bajo una estrella negra,
jinete desbocado del árido monte
siempre persigo en sendero contrario,
la verdad hecha compañía; garganta de palabra,
vomitando la gloria de tu nombre.

Cansado de pasar de largo varias veces al tiempo
por la locura;
(te debo poesía, no volver a caer)
más que trovador, tristeza soy,
ahogada por una corbata;
y me he acostumbrado a no usar cubiertos,
a la hora del querer.

Como la luna que no encuentra en el río su reflejo
como el músico constante que nunca hará una canción,
cansado tropiezo con dudas
para no decir lo que siento,
y me arrincona el miedo
en el momento que solo me visto de valor.




Equivocada tú en brazos de otro


Mi mirada de nostalgia rebosa
por llenarte los labios
y esperar sin esperanza,
al morir en este mar desolado.

Orillas turbias que naufragarán
si nos acariciamos en otros cuerpos
fingiendo yo contigo por el molde de mi almohada.

Soy un hombre
que resignado mira por la ventana,
durante por ejemplo, esta vida demasiado eterna,
y los cordones se me enredan entre vagones de trenes anclados
que te nombran,
equivocada tú en brazos de otro…
llena del placer de la flor que añora,
por forjar tu frente de batalla;
en dedos entrelazados
y los torsos de caballeros con agujeros muy adentro, dentro
del alma
            que tal vez ni sepas llenar.

No dudes más; ¡ven!
qué el miedo será el hacer o que te haga
el daño más dulce de ver pasar el amor
entre nuestro cuello rodando cada noche
y sus hogueras,
para luego volver a empezar
pero no hagas caso a ese idiota;

porque yo soy arte.


martes, 23 de julio de 2013

Solo quedan fantasmas tras tu huida



Patria del expatriado...
besos que nunca daré,
indigno como la moral del mercenario;
amigos con los que lucho piel con piel.

En este camino de peregrinaje incierto,
hay tantas personas ajenas que viven en mi ser,
como la tristeza en la pócima del desengaño,
fatídico destino entre Yo y Abel.

Los poetas que ronronean la belleza,
la llamada que espero de ti,
virus de nostalgia en mis letras,
horas muertas en el aeropuerto donde te perdí.

Luto por el sueño que ideé contigo,
no debería enamorarme sin más,
cuando confundo el amor con el cariño,
solo queda despreciar abrazos;
para abrazar la soledad (...)

El lunar tuyo que no se ve,
es el que me guía en la noche,
¿cuántos poemas necesitas para comprender
que yo camino porque tú eres mi Norte?

Amar como quien busca mil quimeras;
melancólicas promesas sin oro,
al  rociarte tú de otro,
pues en realidad, 
de la fuente de luz de esta alegría, 
solo mi nostalgia beba.

El cambiar de gusto, como de boina,
roida y con esquelas, 
si alguien quisiera compartir mi risa escondida,
quedan solo fantasmas tras tu huida,
y me pierdo en cualquier sentimiento,
con el éxito de ser un fracasado,
que miente si dice que no te espera.

El primer paso



Nunca me decidí a dar el primer paso,
que soy cobarde para acabar con el ruido
habiéndole dado a ella un beso en los labios.

Créeme, más de una mujer habría cobijado mis brazos
si no hubiera  dejado de mirarme en el espejo del desengaño
y de escribir versos hablando como si estuviese lejos
la mujer que está a mi lado.

Nunca me decido a ver mi destino
hasta que ella, la que amo en secreto,
poco a poco se va yendo envueltaen ignorar cuánto la he soñado.

Nunca me decido
a dar el primer paso.