viernes, 22 de noviembre de 2013

Tus ojos y mi sombra


Tus ojos y mi sombra
corren destapados por la espalda en la lumbre del frío,
corrientes solo quedan entre las sábanas de cuyos amantes
no te atreviste a besar.

Tus ojos son melocotones, bruma baldía
que vibra con el óxido de los días sin ti,
mientras espero sin llevar el nombre que me asignas
un presagio lacrado por tu boca.

Tus ojos y mi sombra,
reunidos en esta huella abierta,
entre libros deshechos de pasión
y yo... sigiloso; vigilo tu ausencia.

Decirte que seré lo que ves
si traspasas mis fronteras en el reto nocturno y valiente,
en el arte vano de pensar con estelas
recorriendo tus labios, tu cintura, tu silueta que nace y muere,
mientras pregunto... 
¿cómo pudieran ser esos ojos tuyos, inmensos pero cerrados?...

¿Volveremos a vernos?

Dame un sí  y congelo el temblor,
la vertebra equidistante del baile desnudo,
del descuido que te robo al desearte,
como nadie lo haría; tenlo cierto,
cuando te crees merecer ser odiada.

Tus ojos y mi sombra,
albores caramelo destiñen el olvido perenne de este paso,
de este tránsito en el que nos vimos,
y no sé aun,  si somos
si fuimos,
si... me extrañas.




viernes, 15 de noviembre de 2013

Desvelo


Puede que haya noches que te desveles
y sueñes con la locura de irme a buscar,
horas más tarde,
con la luz del día, en cambio,
ardas por las promesas incumplidas
que no te creíste cuando yo te ofrecía ver el mar.

Puede que el nombre de niña que sueñas
sea el que acunen dentro de poco tus brazos,
o que me busques cansada
entre tantos hombres
que nunca existieron,
que besaste, mas,
jamás llegaron.

Puede que la melodía de tu corazón,
cante la canción más triste,
que quieras ser especial,
pero no encuentres ni el modo, ni el lugar
de hacer fantasía lo que viviste,

Y puede que sueñe yo por ti,
y sólo lo sabrá mi poema en secreto,
puede que te lo llegue a  decir,
pero tú ante tanta sinceridad,
solo… ¡tengas miedo!



miércoles, 6 de noviembre de 2013

Las mañanas de sol


Caen las mañanas de sol,
en las que entre libros
vi por tus ojos una playa maltrecha.

Y eres un grito ahogado en la mirada
escondido entre tanta responsabilidad
y certezas;
y puede que no olvide lo que cuentas,
de cómo tu dolor muerde a los domingos,
de cómo, sin tú saberlo,
duermes cobijada entre mis penas…

De dos caminos sin rumbo,
que el viento nos marcó
no fuimos más que hastío;
un triste abrazo
como látigo en el abismo de amar,
de besar el espejismo
a escondidas.

De cansancio
De no tenerte.