martes, 10 de enero de 2012

Triste


La tristeza más honda
es ver hundirse poco a poco la madre muerta,
el cuchillo hambriento del hambre atónita y letal,
triste es la ínsula donde la quimera
fue rozarme con sus labios
y acariciar tiempo que nunca será.

Ser triste es ser equilibrista del imposible,
es llorar con la dignidad del hombre
que le falta empleo y tus brazos donde llorar,
tristeza de mi noche amarga;
no sabes cuánto la quisé
si soy adicto a que mis piernas se cansen
en la búsqueda de faldas y mentiras
que manchan el decoro.

Nunca he vivido,
porque nadie me ha amado,
y si intenté contar alguna vez
el por qué de una lágrima en el papel,
ahora solo en aquellas hojas
mis ojos empañados de cristal
no alivian el inolvidable deseo de su nada.

Ella, la de siempre,
se fue a otro destino,
donde mis brazos de asesino,
aprendieron a perdonar,
y nunca seré nada en su vida,
que de versos sangran pesadillas,
solamente triste,
me siento bajo la oscura cuchilla de la noche

en su umbral.